Nació en Carreta Quemada (en los alrededores de Sta Rosa
de Río Primero, Córdoba) el 16 de marzo de 1840. Era el cuarto de diez
hermanos, que vivían de las tareas rurales de su padre. Creció en el seno de
una flia de profunda vida cristiana. Dos de sus hermanas fueron religiosas del
Huerto. Habiendo ingresado al Colegio Seminario “Ntra Sra de Loreto” el 5 de
marzo de 1856, fue ordenado sacerdote el 4 de noviembre de 1866. Como ayudante
de las tareas pastorales de la Catedral de Córdoba, desempeñó su ministerio
sacerdotal durante la epidemia de cólera que desbastó la ciudad. Siendo
prefecto de estudios del Seminario Mayor, obtuvo el título de Maestro en Filosofía
por la Universidad de Córdoba. A fines de 1869 asumió el extenso Curato de San
Alberto, de 4.336 km2, con poco más de 10 mil habitantes que vivían en lugares
distantes sin caminos y sin escuelas, incomunicados por las Sierras Grandes de
más de 2.000 m de altura.
INDIGENCIA
El estado moral y la indigencia material de sus
habitantes eran lamentables. El corazón apostólico de Brochero no se desanimó,
sino que desde ese momento dedicaría su vida toda no solamente a llevar el
Evangelio, sino a educar y promocionar a sus habitantes. Al año siguiente de
llegar, comenzó a
llevar hombres y mujeres a Córdoba, para hacer los Ejercicios
Espirituales. Recorrer los 200 km requería tres días a lomo de mula, en
caravanas que muchas veces superaban las quinientas personas. Más de una vez
fueron sorprendidos por fuertes tormentas de nieve. Al regresar, luego de nueve
días de silencio, oración y penitencia, sus feligreses iban cambiando de vida.
EJERCICIOS EN SU VILLA
En 1875, con la ayuda de sus feligreses, comenzó la
construcción de la Casa de Ejercicios de la entonces Villa del Tránsito
(localidad que hoy lleva su nombre). Fue inaugurada en 1877 con tandas que
superaron las 700 personas, pasando por ella, durante el ministerio parroquial
de este siervo de Dios, más de 40 mil personas. Para complemento construyó la
casa para las religiosas, el colegio de niñas y la residencia para los
sacerdotes. Con sus feligreses construyó más de 200 km de camino y varias
iglesias, fundó pueblos y se preocupó por la educación de todos.
Solicitó ante las autoridades y obtuvo mensajerías,
oficinas de correo y estafetas telegráficas. Proyectó el ramal ferroviario que
atravesaría el Valle de Traslasierra uniendo Villa Dolores y Soto para sacar a
sus queridos serranos de la pobreza en la que se encontraban, “abandonados de
todos pero no por Dios”, como solía repetir. Predicó el Evangelio asumiendo el
lenguaje de sus feligreses para hacerlo comprensible a sus oyentes.
DAR VIDA SACRAMENTAL
Celebró los sacramentos, llevando siempre lo necesario para
la misa en las ancas de su mula. Ningún enfermo quedaba sin los sacramentos,
para lo cual ni la lluvia, ni el frío lo detenían. “Ya el diablo me va a robar
un alma”, decía.
Se entregó por entero a todos, especialmente a los pobres y
alejados, a quienes buscó solicitadamente para acercarlos a Dios. Pocos días
después de su muerte, el diario católico de Córdoba escribía: “Es sabido que el
Cura Brochero contrajo la enfermedad que lo ha llevado a la tumba, porque
visitaba largo y hasta abrazaba a un leproso abandonado por ahí”. Debido a su
enfermedad, renunció al Curato, viviendo unos años con sus hermanas en su
pueblo natal. Pero respondiendo a la solicitud de sus antiguos feligreses,
regresó a su casa de Villa del tránsito, y murió leproso y ciego el 26 de enero
de 1914.
A fines de 2012 Benedicto XVI aprobó el milagro que le
permitió al venerable cura ser beatificado el 14 de septiembre de 2013 en la
misma ciudad que lo vio santificarse y santificar. (Fuente: revista “Todo
Brochero”)
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