La Fiesta del Nombre de María se realizó por primera vez
en España en 1513, y luego fue extendiéndose poco a poco a otros lugares. En
1683 el Papa Inocencio XI la admitió para la Iglesia universal.
El nombre de “María” que nosotros usamos es de origen
latino, mientras que el nombre hebrero es “Miriam”, que significa doncella,
princesa.
El evangelista San Lucas nos revela el nombre de la Madre de Dios
como Miriam y nos llena de gozo pronunciar éste nombre tan estrechamente unido
al del Redentor del mundo porque como lo dijo el mismo Espíritu Santo por boca
de Isabel en la visitación “María es la Madre del Señor”.
Les compartimos un texto de Monseñor Pedro Casaldáliga referido al nombre de María;
Decir tu nombre, María
Decir tu nombre, María,
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María,
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María,
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María,
es decir que toda muerte
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María,
es decirte Toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría.
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