No
podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (Mt 5,
13-16). Como la samaritana, debemos
sentir hoy más que nunca la necesidad de acercarnos a ese pozo de la escucha
del Jesús –Agua Viva-, para no tener ya nunca sed (Jn 4, 14). Debemos descubrir
de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente
por la Iglesia, y el Pan de Vida, ofrecido como sustento a todos los que son
sus discípulos (Jn 6, 51). La enseñanza de Jesús resuena todavía hoy con la
misma fuerza de aquel tiempo: “Trabajen, no por el alimento que perece, sino
por el alimento que perdura para la vida eterna” (Jn 6,27). Y la pregunta que
sus
oyentes hacen a Jesús, también ha de ser la nuestra: “¿Qué tenemos que
hacer para realizar obras de Dios?” (Jn 6, 28). Sabemos la repuestas de Jesús:
“Qué crean en el que Él ha enviado” (Jn 6, 29). Creer en Jesucristo es, por
tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación.
(Fuente: “Porta fidei”)
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