Pista # 2: Conocer las propias motivaciones.
El discernimiento
espiritual nace en la propia vida del cristiano: en el seguimiento cotidiano de
Jesús, en los movimientos interiores que
se dan dentro de cada uno, desde la respuesta que se está llamado a dar en la
Iglesia y en la sociedad, desde aquello que nos confronta y desestabiliza.
La complejidad de las situaciones en que somos llamados a
vivir y obrar, nos invitan a prestar atención a nuestros propios impulsos y motivaciones que son los que muchas
veces nos conducen a tomar determinadas decisiones.
Por eso es tan importante el conocimiento personal, porque
como dirá Santa Teresa de Jesús “es el pan con el que se han de comer todos los
manjares” (Vida 13, 15). Conocer nuestras motivaciones e inclinaciones, las
cosas que me mueven y tironean desde dentro, las que me limitan o me invitan a
“adaptarme” a la comodidad, las que me causan temor o inercia; es necesario hacerlas conscientes y trabajarlas
para purificarlas y soltarlas. Y así, finalmente, poder elegir en libertad
desde nuestra propia verdad.
Tomate 5 minutos…
Y pregúntate sinceramente ¿Qué es lo que se está moviendo
dentro tuyo hoy? ¿Qué voces te hablan dentro? ¿Qué cosas te hacen vibrar?
Y ahora buscá en la Palabra qué es lo que te dice Dios, un texto bíblico que te ayude a iluminar este momento…
CM
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